lunes, mayo 19, 2008

Misión XIV – Wild Wild West!


La primera parte del día transcurrió con el mismo panorama, generosas arboledas, tupidos suelos verdes y ranchos a ambos lados de la carretera, en esta ocasión incluso pasamos por alguna vía secundaria, y paramos a desayunar donde John Wayne perdió las espuelas, un sitio lleno de lugareños donde nos atizamos unos huevos con pollo bien rebozado y salsa picante, acompañado con un par de tazas de café.

Continuamos quemando millas y de repente nos vimos inmersos en pleno Desierto, pequeñas mesetas en el horizonte, arbusto bajo, cactus y la inconfundible arena blanquecina, nos rodeaban mientras nos adentrábamos en él más y más. Nos sentíamos pequeños ante tanta inmensidad y un paraje tan impresionante, donde la única huella humana era la carretera que se hendía entre las paredes de las rocas que atravesaba. Ni asentamientos humanos, ni estaciones de servicio, solo el Desierto y nosotros. Decidimos hacer un alto en un camino al lado de la carretera y echamos a andar por la agrietada tierra, comprobando que también existe vida allí, acertamos a ver una serpiente en su cubículo que nos mostraba su lengua viperina de una manera poco amigable y un par de águilas que sobrevolaban nuestras cabezas.

Siguiendo el camino, nos dirigíamos a encontrarnos con el Río Grande, frontera natural con México, avanzando por la carretera a buen ritmo, tan buen ritmo que de repente unas sirenas comenzaron a ulular detrás nuestro y se acercaban rápidamente hacia la retaguardia de nuestro Cañonero, que iba disminuyendo su velocidad hasta estacionarse en el arcén. Allí estábamos los 4 elementos en el Cañonero, parados por la policía cerca de la frontera con México, las imágenes de las actuaciones de la policía americana pasaban por nuestras cabezas, ¿nos sacarían la pipa y nos harían salir lentamente del coche?

Del coche de policía se apeó un Senior State Trooper, de apellido Simms, unos 50 años, pelo castaño rapado al 1, placa y pistola, y grande muy grande. Se acercó a la ventanilla del conductor con mirada fija, voz firme y profunda mientras gesticulaba a Panete. Habíamos excedido el límite de velocidad en 3 millas, la historia se solucionó con un warning y el recordatorio de que debíamos ir más despacio. Despedimos del Sr. Simms sin más, buen chavalín er tío, al fin de todo.

Al momento, se hizo de noche y divisamos una gran extensión de luces naranjas, se trataba de El Paso y su espejo al otro lado del Río Grande, Ciudad Juárez.