jueves, abril 17, 2008

Misión XI – Regarding New Orleans

Impresionante ciudad, los 4 elementos quedaron ensimismados por el ambiente, la arquitectura, hospitalidad y el soniquete de la música en todos los lados, también porque no había ningún español, aunque encontramos a unos tíos que iban de marcha a las 4 de la tarde con traje, superhorteras!! De ellos un tal Andrés de Alabama, había estudiado 5 años en Graná y en plena tajá se animó a chapurrear con nosotros y a tomar unas instantáneas, que no es ningún tipo de brebaje.



Anteriormente, por la mañana tomamos un buen desayuno y nos dirigimos a petardear por la orilla del Mississippi y por el French Market, un conjunto de calles y galerías al estilo colonial, mucho colorido, gente en la calle y tiendas, donde nos aprovisionamos de unos mojitos para darle un poco de chispa al paseo.

Continuamos la ronda por las calles de New Orleáns, observando que los carteles de algunas de ellas tenían el escudo de la España de los Reyes Católicos y sus nombres en castellano, hay que recordar que en el siglo XVIII, Louisianna era una provincia de Espaaaaaañaaaaaa!!!. coñño!!!! También entramos en tiendas del meeeeetaaaaalll y alguna que otra de voodoo, donde había velitas, ungüentos, moñacos con alfileres, y demás artilugios de 'ezo shungo pa jashé de sufrí a la peñita, colega!!!!'...

Cogiendo fuerzas, con un par de litros, que alegría poder beber por la calle…., anduvimos por una callejas donde encontramos más baretos de roaacck, jazz y músicos callejeros, un lujo de paseo… En este feliz momento tuvimos una visión, entendimos que el Santo Cáliz del Seguro Que Fue En París World Tour tenía un nombre: Licor Kidman, un misterioso y desconocido brebaje que nos cautivó por su nombre y del cual pretendimos conocer su composición y lugar de expedición sin mucho éxito.

La noche caía y las tripas rugían, así que íbamos dispuestos a darnos un homenaje a base de pescado, el lugar elegido fue Red Fish Grill, un elegante restaurante donde los 4 elementos tomaron posiciones y comenzaron a engullir, ostras, gambas y diversas variedades de pescado, todo ello regado con un excelente vino blanco, más postre y café.

Una vez repleto el buche se adentraron en el desenfreno de las calles del French Quarter, bares con decenas de grifos de cerveza, recipientes de 3 o 4 litros para beber en la calle, locales de strip-tease como Hustler, donde las señoritas con defecto de ropa tiraban desde balcones, collares a los transeúntes y cientos de personas que gritaban y bailaban al son de la música de los locales nocturnos. Tras andurrear por estas calles y dejándose llevar por el ambiente, entraron en un garito donde observaron perplejos la siguiente escena: una chica rubia se levantaba la parte superior de la camiseta de tirantes dejando a la vista sus senos, mientras un señor mayor chuperreteaba con su lengua ambas boquillas, un tercer personaje, amigo del viejo verde, fotografiaba la escena, la rubia continuó dándose la vuelta y el viejo simulaba hacerle tool ponno, greek style… increíble pensando que el bar estaba abarrotado, y más impresionante aún al cerciorarnos de que la rubia era una camarera que intentaba colarles unos simples chupitos a los dos viejos, o a lo mejor algo más…

Para acabar el día, los elementos prefirieron despedirse de esta extraordinaria ciudad con un paseo póstumo por algunas de sus calles más tranquilas, donde pudiesen observar por última vez su cielo con tranquilidad…

Misión X – Down to New Orleans

Prosiguiendo el rasgado del mapa de los States hacia el sur, nos apeamos a almorzar en un lugar de comida mexicana, llegamos hambrientos y pedimos 4 tonterías, cuando trajeron el pedido nos dimos un pequeño sobresalto, había comida para el gitano Antón y para todos sus primos. La verdad es que actuamos a un gran nivel, y Gabs nuevamente se lo comió TÓÓÓÓ!!, aún así nos tuvimos que llevar algo de las sobras en caja.

Nos acercábamos a New Orleáns, y el suelo desapareció dejando paso al agua, marismas, caimanes, hombres de los pantanos y demás alimañas... algunas de ellas a bordo de Cañonero...

Al fin alcanzamos la ciudad del jazz, que está bañada por el Mississippi, y nos instalamos en nuestra posada en el French Quarter, señores impresionante, un coqueto edificio colonial, con dos piscinas y rinconcitos de ensueño.

Aunque en un principio el recepcionista del hotel nos alarmó, indicándonos en un mapa un lugar donde bajo ningún concepto debíamos acercarnos y menos de noche, no nos fuesen a violear o algo asín, la cosa resultó muy tranquila, no hay que olvidar que esta ciudad fue azotada por el huracán Katrina hace pocos años y sus efectos aún se dejan notar y no solo en las casas, sino en la población.

French Quarter, unas cuantas manzanas con casas al estilo colonial francés, algunas de ellas tranquilas y otras delimitadas por calles peatonales con un ruido ensordecedor procedente de los clubs donde las bandas regalaban en directo tonadas de Ozzy Osbourne, Gun’s N’ Roses y demás roaaacccck.

A las puertas de estos antros, señoritas reclamaban la atención del público masculino con poca ropa y unas gradillas repletas de tubos de ensayo de colores, listas para ser ingeridas. La dieta de ese día consistió en cerveza y chupitos de Jack Daniels, que por cierto, como todo en este país, son graaaaandes… Tras la correspondiente tahá, los 4 elementos se encaminaron a orillas del Mississippi para dar un paseo a la luz de la luna y observar nuevamente el cielo estrellado…

Misión IX – Auaaaammbaaaabaluuuubaaabaaalaaambambúúúúú!!!

Memphis, tierra del pollo frito, de míticos estudios donde se grabaron discos que dieron inicio al Rock N’ Roll y de músicos de la talla de Elvis Presley. Antes de llegar, cruzamos el puente Hernando de Soto, que une Arkansas y Tennessee, al llegar al otro lado, nos encontramos en pleno centro de Memphis, y allí se alzaba nuestro hotel.

Una vez aparcamos al Cañonero en un parking que no era el nuestro, y salir desde el aparcamiento a un centro de convenciones fantasmagórico donde no estaba ni el Tato, ni Perry ni ninguno de esos, alojamos los bultos en la habitación. Posteriormente, nos dirigimos a Beale Street, la calle principal.

De camino, tres apuntes:

Una chica argentina nos paró y preguntó que de dónde procedíamos, para seguidamente formular esta enigmática pregunta:

Argentina: Chicos ¿no serán ustedes asistentes al congreso de Antropología que se está celebrando en Memphis? (en ese centro de convenciones donde nos perdimos y dejamos al Cañonero)

Elementos: (con las pintas y cara de empanaera) Eeeesteeeeee, en serio que lo sentimos, chiquita, pero no…

No sé qué extraña razón llevó a la chica a pensar en tal aberración, en todo caso podríamos haber servido de especimenes para un experimento antropológico…

Siguiendo nuestro camino, otro acontecimiento retrasó nuestra llegada a un bá! Yellow Element recordó que había olvidado su pasaporte en la habitación del hotel (imprescindible para poder consumir alcohol), justo en el momento en que un Gran Hombre tajao nos invitaba a entrar a un local, donde suponíamos que dispensaban cerveza. La sucesión de acontecimiento fue lógica:

1 – Dedicarle un FUEEEERAAA FUEEEERAAA FUUUEEEERAAA! con pañuelo a Panete, que resignado, puso rumbo al hotel.

2 – Los 3 elementos restantes se adentraron en el bar a tomar 3 Bud’s. En el bar estaba el Gran Hombre que nos invitó a entrar, el camarero y un parroquiano, después de intercambiar saludos, y brindar, aguardaron pacíficamente la llegada de Yellow Element.

Por último, Green Element en una nueva misión de reconocimiento se acercó a un tío blanco con el pelo a lo afro y gafas feas, y a una tía rara con el pelo verde y amarillo preguntando por sitios de marcha y demás pedrería…. Tras sonsacarles la valiosa información determinaron seguir con la marcha.

Beale Street, algo así como el paseo marítimo de cualquier localidad costera española, pero en mitad de América. Calle peatonal, neones, gente ingiriendo alcohol en la calle, y la particularidad de que en casi todos los locales había música en directo. Enfilamos hacia un local donde se escuchaba rooooaaaaack, dispuestos a dar buena cuenta de unas alitas de pollo bien picantes, algo más de pitanza y de unos cuantos litros de birra, esta fase la completamos en dos locales distintos.

Con la panza llena se piensa mejor y buena muestra de ello es que pensamos en ir a beber más cerveza, una gran idea sin duda…

Agarramos un taxi, donde un señor negro de unos 50 y tantos años y con Elvis a todo trapo (no el de Panete que aunque más flojo aún lo lleva) nos acercó al Midtown. Era una zona de bares algo retirada de los sitios de turistas, aunque no estaba muy animado al ser un miércoles. Encontramos un bar del roooaccck y el meeeetaaaaaalll!! regentado por Bob El Silencioso y sus compinches, donde pedimos unas cuantas cervezas, jugamos al futbolín y monopolizamos el jukebox con Pantera, Gun’s N’ Roses, Rob Zombie y demás temas al rollo Chambao. También conocimos a Taylor, un chavalín currelilla del local, que además de skater era experto en pedrería y jardinería. Un par de horas después estábamos de regreso al hotel, y 3 de los elementos tras ingerir un litro bajaron a buscar una placita tranquila y a observar el estrellado cielo de Memphis…

Al siguiente amanecer, las visitas obligadas fueron Stax Records y Sun Records, auténticos templos de la música donde grabaron Elvis Presley, Chuck Berry, Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, Isaac Hayes…, y por supuesto Graceland, la mansión del autor del gran hit ‘Amatoma Sessuarlllll’, Elvis Presley.

Satisfechos con el seguimiento efectuado tras las huellas del rock primitivo, partieron hacia su próximo destino, New Orleans.

Misión VIII – Road to the Roaaaaaccckkkk House


Esta misión requería el paso por los estados de Illinois, Missouri, Arkansas y Tennesse, para concluir la etapa en Memphis. Millas y más millas de carretera, ni una ondulación en el terreno, llanuras pobladas de armazones de árbol… Lo único que cambiaba, tenuemente, era el paisaje que iría mudando de unos tonos marrones a otros más verduscos, pero todo de manera muy suave, lentamente…

Tuvimos ocasión de tener un par de contactos con los aborígenes de estas recónditas tierras. El primero de ellos fue rollo National Geographic, en un lugar indeterminado del interior pero paentro paentro de Illinois, visitamos una estación de servicio donde había supermercado, Mac Donalds, y demás componentes del hábitat natural de estos especimenes. Ingresamos en primer lugar en el centro comercial, y encontramos el traje de boda, que si el tiempo y la autoridad lo permiten, se celebrará en Las Vegas. Un par de calzoncillos donde en cada una de las dos piernas cabría un Falete too entero con holgura, la talla rezaba 2 x XXL, lo que puede dar una idea aproximada de las medidas antropométricas de los ejemplares que pueblan estos lares. Tras este particular hallazgo nos encaminamos al Mac Donalds para poder relajar nuestras vejigas, cual fue nuestra sorpresa cuando al traspasar las puertas de este establecimiento, notamos que las miradas se clavaban en nuestros cuerpos, el personal femenino alborotado, cuchicheaba tras el mostrador y sonreían mientras sus mejillas se tornaban encarnadas, por un momento pensamos que iban a sacar el lazo y atarnos las piernas cual terneros, pero afortunadamente esto no sucedió. Se hubiesen merecido un NO OS VAIS A COMÉÉÉÉÉ, NÁÁÁÁÁÁÁÁ!!!!! pero como europeos que somos, nuestra educación nos precede, así que salimos grácilmente por la puerta del local, encaminando nuestro pasos hacia el Cañonero, donde iba a tener lugar un suceso folklórico festivo.

En contraposición al NO TE VA A COMÉ NÁ!! que merecieron las señoritas del Mac Donalds, Green Element se lo iba a COMÉ TÓÓÓÓ!! Para mimetizarse con el entorno, se le ocurrió la feliz idea de engullir un Cheese Burger de un solo bocado, al ritmo rumbero del ME LO COMO TÓÓÓÓ!! La situación fue de extrema risicidad y aunque la prueba no fue superada, quedan suficientes estaciones de servicio para conseguir cumplir con el objetivo, Go Gabs!!.

Continuando la ruta hacia el sur, en Missouri, volvimos a hacer otro alto en el camino, en esta oportunidad tuvimos la fortuna de aparecer en una estación de servicio de camioneros, tipos rudos de diversa procedencia y atuendo, conduciendo auténticas moles de más de 20 ruedas. Encontramos desde cowboys, hombres del pantano, chicanos, señores mayores, esposas que hacían las rutas con sus maridos en el camión, y enormes trailers de todo color y forma, en fin, muy pintoresco. Allí los cuatro elementos se entremezclaban con el personal, orgullosos de su Cañonero. Red Element tuvo la oportunidad de charlotear con uno de estos conductores y le comentó que en este país, todo va transportado en camión, y damos buena fe de ello, ya que lo hemos observado en carretera.

Después de esta parada, nada se interponía entre nosotros y Memphis….